Tus
tirabuzones revueltos y tus ojos de chocolate son bálsamo para mi alma y esperanza en mi vida. Me
gusta mirarte a todas horas, de noche y de día. Seria y concentrada, mientras tu pequeña lengua sonrosada trabaja al ritmo
de tu cerebro lamiendo tus labios y tus cejas se contraen, como enfadadas,
porque no te sale todo tan perfecto como tú deseas. De sonrisa discreta y regalada solo
en momentos especiales y a quien solo tú deseas. Es verdad, tus besos y abrazos no los
prodigas fácilmente,
pero son honestos, limpios y profundos porque los das cuando es necesario y
solo a quienes te llenan el corazón. Alta, esbelta y flexible como un junco florido. Cristalina como
el agua más
pura de las montañas,
incapaz de ocultar tus alegrías y tus penas. Inteligente, racional, tu pequeña y joven cabecita maravilla y
asombra a propios y ajenos al descubrir, tras una carita tan dulce e inocente,
conocimientos de viejo y desmelenado erudito. Princesa presumida, lectora ávida de conocimiento, exploradora,
investigadora nata, creadora de maravillas........ Te observo dormir tranquila,
con la boquita abierta y los brazos apretados alrededor de tu gatita de
peluche. Te veo correr divertida, veloz como el viento, pedaleando encima de tu
bicicleta rosa. Te miro leer abstraída, perdida en sabe qué mundo inventado en tu cabeza. Dinosaurios, planetas, egipcios y
romanos, plantas extrañas, princesas y niñas rebeldes, maravillas del mundo pueblan tu imaginación.....
Eres linda por dentro y por fuera. La obra más imperfectamente maravillosa que pudiera imaginar en mi cabeza. No cambiaría nada en ti
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