DULCES SUEÑOS
Cuento de Diego Jimenez con ilustraciones de Sonia Sanz Escudero
No tenía que despertarse en la noche
porque la vida no había dejado
que se durmiera
No tenía que preocuparse de las pesadillas
ellas convivían
- a diario -
tatuadas en la piel violeta
de sus brazos y espalda y cabeza y piernas.
Sin duda hubiera querido reposar
acurrucada para siempre
bajo las petunias y la hierba fresca
delicadamente tumbada,
como una muñeca,
muerta.
No tenía ese privilegio ni siquiera.
Si hubiera podido elegir
ELLA
jamás hubiera vuelto a saludar
la mañana
para no verse obligada a vivir
laceradas por el miedo sus venas.
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