YO
Después de caminar descalza
por raíles
durante largo tiempo,
el invierno frío y duro,
la soledad sufrida bajo el granizo,
transformó su alma
en un páramo helado y seco.
Raíles rectos e infinitos,
railes oxidados y viejos,
raíles que penetraban
en largos túneles oscuros
en los que el viento aullaba
haciendo penetrar el dolor en los huesos.
Decidió seguir caminando
y salió del último túnel
lentamente,
desprendiéndose de la piel rasgada
sucia y vieja.
El sol acarició su rostro
y se deslizó por su cuello,
abrió los ojos despertando de nuevo
y se alejó feliz
bailando sobre la hierba.
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